El sufrimiento está en todas partes, no tiene "especie", las toca a todas, a todas las afecta. Pero, ¿ cuánto de ese sufrimiento nos compete?, ¿de cuánto de ese sufrimiento somos nosotros, “homo sapiens”, responsables?.
La pequeña Milagros está ciega por culpa de un golpe asestado por mano humana, Panchito lucha por no tener la misma muerte de sus siete hermanos recién nacidos abandonados en una esquina, esa guagua, la cachorra blanquita que ví agonizar porque sus pulmones tenían agua, no llegó hasta ese canal por sus propios medios junto a sus tres hermanas. Ellas aún no habían abierto los ojos, ellas aún no sabían caminar.
Todos sufren, la Osa bajo esta lluvia torrencial y la Pulga a diario mendigando comida a la salida de las carnicerías, los elefantes que viven sus vidas encadenados en los circos, las vaquillas que serán duramente golpeadas en los rodeos dieciocheros, los lobitos marinos hambrientos que mueren en Arica, los cerdos que no saben usar sus piernas, porque se les impide moverse para que engorden y sigan engordando. La lista es infinita y no para de crecer, porque a diario se sacrifican millones de animales usando métodos crueles, como esos harpones que llevan explosivos y terminan después de horas de agonía con la vida de delfines y ballenas, y el objetivo es uno y contundente: llegar a nuestra mesa, y porque a diario los perros son eliminados, maltratados y a cada momento cazamos torcazas, pescamos toneladas de anchovetas y extinguimos huemules y nahueles.
Sé que el sufrimiento es parte de este mundo y que en la cadena alimenticia el horror no está ausente, mas permítanme plantear sólo unas preguntas: ¿ por qué somos capaces de infligir conscientemente tanto dolor innecesario?, ¿ es que no nos conmueven sus padecimientos?, ¿POR QUÉ NOS CREEMOS CON DERECHO PARA PRIVAR DE LIBERTAD, PARA CASTIGAR DURAMENTE Y HASTA PARA TORTURAR A LAS DEMÁS ESPECIES ANIMALES?, ¿ qué nos hace ser así de insensibles?.

Marcela Moraga-Murga

Septiembre 5, 2.009